Con el paso del tiempo vamos notando nuestra cara distinta: piel más fina, arrugada y flácida, con alguna mancha solar, nuestros pómulos caen y se nos acentúa el surco nasogeniano y la línea de marioneta, tenemos las ojeras más hundidas… El envejecimiento facial es un proceso fisiológico, natural que hoy vamos a explicar para así comprender mejor la indicación de las distintas técnicas antiaging existentes.
El envejecimiento facial es un proceso complejo pero tiene dos causas principales: daño solar y pérdida de volúmenes. Según el alcance de cada uno de estos procesos y su repercusión en la estética del paciente tendremos que priorizar y elegir el tratamiento más conveniente para obtener los mejores resultados.
Los cambios que provoca son múltiples y se manifiestan en tres dimensiones, afectando a:
– huesos cráneo: reabsorción ósea.
– músculos: laxitud.
– piel: pérdida de colágeno, pérdida de ácido hialurónico, laxitud…
– grasa facial: disminución de la grasa de algunas zonas ( lipoatrofia facial).
La lipoatrofia facial afecta por igual a hombres y mujeres, es un proceso progresivo que comienza en el tercio superior de la cara antes de los 30 años en la mayoría de los pacientes, provocando caída y descolgamiento de la zona media e inferior de la cara. El resultado es una esqueletización facial, con pérdida de volúmenes, zonas convexas se convertirán en cóncavas. Debido a estos cambios con el paso del tiempo vamos teniendo un aspecto de cansados y tristes.
Si dividimos la cara en tres tercios (superior, medio e inferior) observamos que la pérdida de volúmenes es distinta en cada zona. En muchos pacientes la proporción entre estas tres zonas es ideal, midiendo todas lo mismo. Pero la edad suele ocasionar un alargamiento del tercio superior y un acortamiento de los tercios medios e inferior de la cara.
Por todo ello en el abordaje del envejecimiento facial debemos realizar siempre tratamientos globales, crear programas de tratamiento secuenciales en el tiempo con el objetivo de ir devolviendo los volúmenes perdidos con una armonía facial que ofrezca resultados naturales. Los materiales de relleno más habituales son el ácido hialurónico y la hidroxiapatita cálcica.